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Señales

Posted: 04 Apr 2015 01:17 AM PDT

Señales


"Clarín demuele lentamente las ambiciones de su personal y va limando la autoestima"

Posted: 03 Apr 2015 05:00 PM PDT

Este es el texto de mi despedida a la redaccción de Clarín
Y llegó el día en que dejé de pasar por esa puerta de la calle Tacuarí. Fueron 19 años pasando, fue un tiempo en el que con atildada aplicación me fueron desmoronando la voluntad, el deseo, la profesión. Entré por primera vez con el alma entre fuegos con la ilusión de poder ejercer el periodismo en tan vasta tribuna. Iba a poder decir, escribir, para muchos. Estaba feliz porque un diario tan poderoso como Clarín me invitaba a ser parte de sus filas aún conociendo de mi amor por la libertad, de mis enojos con la injusticia. Es que yo ya venía de desandar redacciones, pero llegar a Clarín era como tener el cielo ahí nomás. Era "llegar", recuerdo que me decían, "si entraste a Clarín llegaste", repetían convenciéndome de que había arribado a la cima.
Dijo Scott Fitzgerald que "toda vida es un proceso de demolición". Digo yo ahora después de 19 años, que Clarín demuele lentamente las ambiciones de su personal, va limando la autoestima, y como yo y como tantos, tarde o temprano tenemos marcado el destino de vagar en las postrimerías de sus laberintos sin señales de fe, sin saber qué somos, y terminamos preguntándonos qué es lo que hacemos en un diario si ya no nos consideramos periodistas.
Nunca me voy a olvidar de la época en que me dejaban escribir: si la nota tenía repercusión en las radios y era ponderada sabía lo que me esperaba. Me recibían caras largas, y en algunas de esas oportunidades me mandaban a hacer suplencias a obituarios y servicio metereológico. Como ahora, antes de decirle finalmente adiós a Clarín. Querían obligarme a hacer el siguiente trabajo: pegar cartas de lectores previamente seleccionadas. Después de 35 años de oficio, ése era el reconocimiento…
Es que la única estrella en el firmamento debe ser Clarín, hay que estar dispuesto a seguir sus vaivenes ideológicos y empresariales a costa del propio vuelo. Pero lo que no se entiende en Clarín, y ahora menos que nunca, es que no promueva a sus periodistas a que apunten a la calidad de cada texto, a la profundización del periodismo, a la investigación, a la creatividad. ¿Quién dijo que la gente ya no quiere leer? ¿Quién dijo que la gente pide cadáveres sobre cadáveres? ¿Quién dijo que hasta la información más pueril deba ser manipulada? ¿Quién dijo que todo está perdido?
De todas maneras conmigo casi que lo consiguieron. Para mí parece todo perdido. Me cuesta creer en algo que huela parecido a periodismo. Ahora que estoy afuera quisiera ser hombre rana, deshollinador, cazafantasma o vendedor de lotes en la luna, pero periodista no por favor, me arrancaron las ganas.
Martín Sánchez*
*Martín Sánchez fue redactor del Diario Clarín desde 1996, donde se desempeñó entre otras secciones en Deportes, Política, Internacional y Proyectos Especiales. Antes trabajó entre otros medios, en los diarios La Prensa, Diario Popular, y el viejo Tiempo Argentino, el Cronista Comercial y en la editorial Perfil. También fue editor de las revistas culturales La Perinola y Al Margen

Buscando Trabajo: TelAm concursa un puesto de compaginador de audio

Posted: 03 Apr 2015 01:44 PM PDT

En sintonía con la metodología implementada en otros medios públicos nacionales, TelAm incorpora los Concursos como mecanismo de selección de su nuevo personal
En esta oportunidad, se trata del fortalecimiento de nuestro Servicio de Radio, que en los últimos meses incrementó las horas de aire por el lanzamiento de nuestra señal online, que llegó para sumarse al tradicional servicio de Boletines Informativos, Informes Especiales, Reportajes y Efemérides.
Estamos buscando un compaginador de audio que reúna la experiencia y el manejo de las nuevas herramientas técnicas necesarias para continuar brindando un servicio de calidad, a la altura de nuestros objetivos y las demandas de nuestros clientes.
Los interesados tienen que presentar la documentación requerida desde el 14 hasta el 17 de abril (inclusive) en nuestra sede de Bolívar 531 (CABA).

Concursos para el ingreso a TelAm
Los concursos para personal en el ámbito de TelAm Sociedad del Estado son un paso más en la tarea de mejorar las condiciones de trabajo en la Agencia, representando un método transparente e igualitario para el ingreso de personal o su promoción a categorías salariales superiores. Transparente, porque el mecanismo de selección se basa en reglas precisas y claras. Tanto el "Reglamento General" como las bases y condiciones de cada concurso en particular, son de público conocimiento. Toda esa normativa específica de TelAm, que complementa a las leyes y convenios colectivos aplicables, se encuentra publicada para su consulta en internet. Igualitario, porque los requisitos de admisión de cada concurso garantizan que todas aquellas personas que se ajusten a las características estipuladas puedan aspirar con verdaderas posibilidades al puesto concursado, mientras que la única condición para resultar finalmente ternado será haber demostrado la mayor idoneidad a lo largo de las etapas que conforman el concurso.
La implementación de concursos de personal es propia de un Estado de derecho que busca permanentemente fortalecer sus instituciones incrementando la transparencia en el manejo de sus recursos. En plena concordancia con la Constitución Nacional, que dispone que "todos los habitantes serán iguales ante la ley y admisibles en los empleos sin otra condición que la idoneidad" (Art. 16), los concursos de antecedentes y oposición de TelAm garantizan, sobre bases claras y unívocas, la igualdad de oportunidades para todas aquellas personas que aspiren a trabajar en TelAm y de aquellos trabajadores de la Agencia que deseen mejorar su situación laboral, ya sea cambiando de funciones como obteniendo un salario de más alta remuneración.

Requisitos para participar de un concurso
En el caso de los concursos abiertos, establecidos para empleados y ciudadanía en general, no hay requisitos excluyentes que determinen la admisión de un aspirante, más allá de los conocimientos específicos, técnicos o profesionales, requeridos para desempeñarse en el puesto concursado.

Reglamento general de designación y promoción del personal de TelAm SE

Concurso 01.
Puesto: Compaginador. Gerencia de Comunicación Audiovisual

Inscripción: 15 al 21 de abril de 2015
Bases y Condiciones
Anexo I - Bases y Condiciones
Formulario de inscripción

Lilia Ferreyra: Una vida plena

Posted: 03 Apr 2015 09:34 PM PDT

Una vida plena
Por: Julián Varsavsky
El martes murió Lilia Ferreyra, editora periodística en este diario y la última compañera de Rodolfo Walsh, con quien estuvo en la primera línea durante los años de fuego y fuera coprotagonista de luchas, victorias y derrotas.
"Tuve una vida plena", me dijo hace un tiempo, estando sentados en el living de su casa, frente a un cuadro con la foto de su gran amor, portando sombrero campesino en Cuba. Al lado estaba la foto de ella con Néstor Kirchner, saludándola en la inauguración del Espacio Memoria y Derechos Humanos (ex ESMA), donde también trabajaba. En la biblioteca estaban los libros en inglés de Rodolfo, salvados del saqueo en la casa de San Vicente, y otra foto del gran periodista argentino haciendo la "entrevista más corta de su vida" a Ernest Hemingway. Lo abordó en el aeropuerto de La Habana, cuando el escritor norteamericano iba a tomar un avión, preguntándole qué pensaba de la reciente invasión a Cuba en Bahía de Cochinos. La respuesta con acento yanqui fue: "No-sotros los cubanos vamos a ganar".
En su living, Lilia había hecho levantar el suelo con una tarima de madera junto a la ventana, para poder sentarse en su sillón mirando un fragmento del Río de la Plata desde la 9 de Julio. Esa era su posible conexión –decía– con Rodolfo: el río. Sentada allí escuchaba las Variaciones Goldberg de Bach por Glenn Gould y la trompeta de Miles Davis en Kind of Blue, con sus dos gatos anarquistas a los pies.
"En esta casa los gatos hacen lo que quieren", decía. A tal punto que comían de su propio plato sobre la mesa a la hora de la cena (y del de los invitados). Pepito, un dictador antes que un anarquista, abría la heladera con sus garras, se servía lo que quería y hasta se daba el gusto de romper el plato contra el suelo con total impunidad, otorgada por su dueña. Eran las reglas de la casa.
En ese living me contó sobre el día en que los citaron a Rodolfo y a ella en el Hotel Nacional de La Habana y los recibió Fidel. Y sobre el vuelo en bimotor desde La Habana a Praga. Al regreso de Praga, ella propuso parar en Barcelona y visitar a García Márquez, con quien Rodolfo había fundado Prensa Latina. Pero su enigmática respuesta fue: "No, ya es muy famoso".
De aquellos tiempos violentos le quedaba, como por instinto, la costumbre de caminar en sentido contrario al tránsito de los autos, para que nunca la sorprendieran por atrás.
Cuando le desaparecieron a Rodolfo se mantuvo estoica: la menor debilidad le habría costado la vida. No se permitió ni una lágrima en los primeros días. Le llevó tiempo contactarse con quien la sacaría del país y se quedó sola en la calle, con las bestias al acecho. Voló a Manaos y a México, donde la esperaba Nicolás Casullo. Y una vez a salvo sí, se derrumbó de rodillas, se desahogó.
Cuando condenaron a los asesinos de Rodolfo ella imaginó un diálogo con él, "imposible porque trasciende la muerte", en el que habría querido decirle "no pudieron con vos". Soñaba con encontrar el último cuento de Walsh –"Juan se iba por el río"– que le robaron en el allanamiento: "En algún lado tiene que estar, tiene que estar....", repetía.
En vez de doblegarse ante la tragedia, militó toda su vida, atenta hasta su último día casi al devenir político del país, a sabiendas de que ella ya no iba a estar, siempre solidaria pero resistiéndose a que la ayudaran. –Rodolfo me dijo una vez: "Todo esto que hacemos está pensado a una escala de 30 años". Y cuando Néstor Kirchner llegó a la Presidencia entendí aquel pensamiento estratégico, porque fue más o menos ése el tiempo que nos llevó llegar al poder para cambiar la realidad, en otro contexto, pero fue así –me contó hace poco mientras miraba el río.
Otra vez, cenando en su casa, me aclaró: "Estás comiendo en una mesita histórica: sobre este fieltro verde se escribió la famosa Carta Abierta a la Junta Militar". Y agregó que ellos nunca habían imaginado la trascendencia que tendría después su obra ni que se la estudiaría en las universidades del mundo por décadas, o que se harían tesis y libros, conferencias y cátedras.
Durante su compleja convalecencia me dijo: "Algo que tuvimos claro en los '70 era que no podíamos rendirnos nunca; cuando la mataron a Vicky Walsh, Rodolfo estuvo mal varios días. Pero un día se levantó y se puso a escribir como endemoniado, evitando que la tristeza lo paralizara". Y Lilia tomaba eso de ejemplo en su circunstancia reciente. Al enfermarse se encerró a batallar por tres años sin bajar los brazos, como la mujer dura que era, rebelde y angelical. Después de dos años de aislamiento, me llamó conmovida e identificada por la enfermedad en común, el día que murió Hugo Chávez, para retomar nuestro contacto.
Lilia enfrentó con hidalguía la batalla más tremenda de su vida, la que no se gana nunca. Se fue con elegante discreción, a su estilo orgulloso, sin querer llamar la atención. Una parte importante se le había ido con Rodolfo, aunque no pudieran con ella. La lastimaron en lo más profundo y soportó ese dolor permanente el resto de su vida, desde la juventud. Pero con ella fallaron. Los militares la esperaron hasta 15 minutos antes de su llegada, ocultos en la casita sin luz de San Vicente, donde la pareja vivía disfrazada de ancianos. Y se les escapó casi delante de sus narices. Habrían querido desollarla viva, pero se quedaron con la sed y la frustración. A la larga, esa mujer delgada con voz bajita, de aspecto frágil como una ardilla pero con espíritu de leona, los hizo meter en una jaula al Tigre Acosta y a Astiz, como querellante en la causa ESMA. Desde ese día comenzó a dormir más alivianada, con otra plenitud.

Adiós, compañera
Por: Marta Dillon
Se ha muerto Lilia Ferreyra; los ojos de una testigo de nuestro tiempo se han cerrado. Sus ojos, que vieron el horror y la resistencia, que se ilusionaron en los últimos años con la recuperación de la palabra y la militancia, esos ojos ya no ven, ya no están y en ese silencio y esa oscuridad algo de nuestra historia común se repliega como si el pasado amenazara con tragarse ese presente que se grita cuando se nombra a los que se llevaron.
Era la última compañera de Rodolfo Walsh, eso dicen ahora, a la hora de escribir unas palabras urgentes, las notas que pueden rastrearse en la web, el escueto obituario que se le dedica mientras su cuerpo viaja a la Biblioteca Nacional donde fue velado entre amigas y amigos, sobrevivientes como ella a la noche más oscura de la historia argentina. Pero era más que eso, Lilia era periodista, gremialista, integrante de la Juventud de Trabajadores Peronistas, era una mujer alegre que bailaba el tango como ninguna, que lloraba por su compañero desaparecido, pero clamaba por su obra robada, sus últimos papeles, los que ella ayudó a transcribir, los que rodeaban la cama donde las mejores noches de amor y sexo se acunaron al filo del miedo y de la muerte.
Sus ojos claros se dejaban encandilar por el mar. El exilio en México, después de un breve paso por Brasil, la había devuelto a su amor por la arena y las olas en esos años en que su corazón en carne viva apenas podía escuchar el primer acorde del "Otoño Porteño", de Piazzolla, porque ésa era la música melancólica que sonaba una y otra vez cuando la clandestinidad la mantenía a ella y al inmenso escritor y periodista que fue su compañero encerrados entre cuatro paredes prestadas. Con Walsh habían planeado una quinta con lechugas y bordeada de álamos en el Tigre; a su lado supo de la pérdida inminente mientras él fraguaba la Carta abierta a la Junta Militar, que fue su último acto.
Ella sobrevivió, era una sobreviviente, aferrada a su cigarrillo como si fuera su única compañía, refugiada en el último escritorio de la redacción, envuelta en sus pensamientos pero sin dejar nunca de intervenir en las asambleas, solidaria y dispuesta a dejarse tender la mano. Ilusionada con un proceso político que la había llevado, justamente a ella, que había perdido lo que más quería en las catacumbas de la ESMA, a soñar con un proyecto de museo, de memoria y de recuperación histórica de ese predio como representante del Estado Nacional en el Ente Tripartito que dirigió el lugar. No fue sin costo, no fue sin discusiones, aunque ella disfrutaba de haber vuelto a manejar, comprarse un auto con el que había ganado independencia para ir y venir de su oficio de periodista a su compromiso político, su compromiso como testiga, su corazón combativo. No quería ser sólo la viuda de Walsh, aunque eso sea lo primero que se anote de ella, aunque aquel amor haya sido tan refulgente que opacaba todo lo que siguió después. Aun así se animaba, iba a fiestas cruzando generaciones y volvía a sacarle viruta al piso y vale la frase anacrónica para honrar su esmerado estilo de tango que se reconvertía en cualquier otro ritmo.
Trabajó en La Opinión y en este diario, clamó por justicia en la causa ESMA, asistió a Carta Abierta, puso el cuerpo cuando en 2008 la disputa por las retenciones a la elite agropecuaria empezó a polarizar los ánimos. Después fue debilitándose, su cuerpo ya no la acompañó para nuevas aventuras, pero fue tenaz en la resistencia como lo fue en los años de sangre y fuego.
Murió Lilia Ferreyra, sus ojos testigos se han cerrado, la noche es más oscura esta semana, aunque la luna esté creciendo al principio de abril porque cada vez que una testiga muere el pasado parece un animal de fauces abiertas que nos deja, a todos y a todas, un poco más solas.
Fuente: PáginaI12
Ver anterior: Lilia Ferreyra 1945 - 2015
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